“No sé qué hacer doctor, constantemente
tengo discusiones con mi pareja, me hace gritar y enojar todo el tiempo y entro
en arranques de cólera, tiro las cosas, he roto floreros e incluso he pensado
en lastimarme porque no aguanto estar así. Sin embargo, cuando estamos bien nos
amamos mucho, siento que es la mejor persona del universo y le doy todo lo que
puedo. Y siempre soy así, cuando me involucro en una relación doy todo de mí,
si la persona quiere irse o me pide un tiempo me vuelvo loca, le ruego que no
lo haga, le imploro que se quede a mi lado, y si finalmente se va…me siento
vacía, triste, mal.
Todas mis parejas han sido parecidas, no sé
por qué. Casi todos han sido amantes del alcohol y de algunas otras cosas más
como marihuana o cocaína, amantes también de los deportes de aventura y las
fiestas hasta morir. Y todo eso me encantaba, hacía que la relación sea
interesante, divertida y diferente. Quizá sabía que no estaba bien involucrarme
con personas así, pero todas esas cosas me hacían sentir viva y entregada.
Otra cosa, doctor, es que me dicen que soy
de humor muy cambiante, y yo también he notado que a veces estoy de lo más bien
y de pronto pasa algo que me irrita y me enojo muchísimo, hago cosas para herir
a los demás y a mí misma. Luego me calmo, y la vida parece ser buena de nuevo,
hasta que llegue algo o alguien que me ponga triste o enojada, y todo sea una
porquería.
Perdí mi trabajo hace poco, no entiendo por
qué no puedo durar más de 3 meses en un trabajo. Me aburre, la gente me aburre
y le encuentro defectos a todos. Mis jefes me han dicho que soy irresponsable y
que contesto mal a las personas, yo siempre creí que era amable, pero parece
que no lo ven así.
Ahora estoy sin trabajo, peleo con mi
pareja, me hago daño, siento muchas cosas y de manera muy intensa y ya no sé
qué hacer.
Ayúdeme, doctor…”
Relaciones
inestables, emociones cambiantes, sensación de vacío ante ausencias, consumo de
sustancias, inestabilidad en diversos ámbitos como trabajo, pareja, amistades,
familiares… son algunos indicadores de inestabilidad emocional.
Pero, ¿cómo se
forma una persona con inestabilidad emocional?, ¿a qué se debe?, ¿qué
conlleva?, son algunas de las muchas preguntas que surgen al hablar de este
tema.
Lo esperado es
que todo niño crezca en un ambiente seguro y estable. Esto quiere decir que
todos tenemos la necesidad emocional de tener padres que estén presentes de
manera previsible, que nos brinden atención, afecto y cuidados de modo que no se
sienta su ausencia, ni pérdidas. Cuando esta necesidad no se ha visto cubierta,
el niño crece con la idea de que las figuras de apego a veces están, y otras
veces no. Que el amor a veces está, y otras veces no. Que la presencia es
fluctuante, dejando lugar a la sensación de abandono y vacío desde edades muy
tempranas. Dicho niño va creciendo, y observa que sus papás lo cambian de
colegio a cada momento, se mudan constantemente de casa, y son cuidados por la
abuela, tía, prima, nana, o vecina.
¿Cómo
experimentará el mundo un niño que ha atravesado tantos cambios en su vida?,
¿qué sentirá?, y la pregunta más importante, ¿percibirá a este mundo como
estable, o lo verá a través de su propia lente de inestabilidad y cambios constantes?
Desde luego,
todos aquellos cambios generan en el pequeño la sensación de inestabilidad como
parte de sí. Pues claro, la viene experimentando desde que era tan solo un
bebé. La inestabilidad y los cambios son normales en su vida. El amor que a
veces está y otras no, se convierte en normal. La fluctuación entre presencias,
ausencias y pérdidas, pasa a ser parte de la configuración de su universo
afectivo.
Ahora ese niño
es joven, se enamora. Y –como por arte de magia- elige personas que son
cambiantes como él, inestables, de emociones variopintas, de picos de alegría o
enojo, de arranques de cólera o de estallidos de felicidad. Eligen personas que
perpetúan la inestabilidad que viene experimentando desde que tiene uso de
razón.
Y así, de
adulto, todo se convierte simplemente en un patrón, en una cadena que difícilmente
se corta.
Pero no, no todo
está perdido. Tomar conciencia de todo ello, permite que la persona se
reinvente, y repare. Generar vínculos más saludables es la mejor opción,
aquella que le va a permitir probar un sorbo de agua limpia, después de tantos
años de haber tomado galones de agua tóxica. Aquella que le va e entregar lo
más preciado: la estabilidad, y la visión nueva de un mundo tranquilo,
coherente y armonioso en sí mismo.