jueves, 15 de octubre de 2015

Las presencias, ausencias y pérdidas conversan y se toman un café adentro mío.

“No sé qué hacer doctor, constantemente tengo discusiones con mi pareja, me hace gritar y enojar todo el tiempo y entro en arranques de cólera, tiro las cosas, he roto floreros e incluso he pensado en lastimarme porque no aguanto estar así. Sin embargo, cuando estamos bien nos amamos mucho, siento que es la mejor persona del universo y le doy todo lo que puedo. Y siempre soy así, cuando me involucro en una relación doy todo de mí, si la persona quiere irse o me pide un tiempo me vuelvo loca, le ruego que no lo haga, le imploro que se quede a mi lado, y si finalmente se va…me siento vacía, triste, mal.
Todas mis parejas han sido parecidas, no sé por qué. Casi todos han sido amantes del alcohol y de algunas otras cosas más como marihuana o cocaína, amantes también de los deportes de aventura y las fiestas hasta morir. Y todo eso me encantaba, hacía que la relación sea interesante, divertida y diferente. Quizá sabía que no estaba bien involucrarme con personas así, pero todas esas cosas me hacían sentir viva y entregada.
Otra cosa, doctor, es que me dicen que soy de humor muy cambiante, y yo también he notado que a veces estoy de lo más bien y de pronto pasa algo que me irrita y me enojo muchísimo, hago cosas para herir a los demás y a mí misma. Luego me calmo, y la vida parece ser buena de nuevo, hasta que llegue algo o alguien que me ponga triste o enojada, y todo sea una porquería.

Perdí mi trabajo hace poco, no entiendo por qué no puedo durar más de 3 meses en un trabajo. Me aburre, la gente me aburre y le encuentro defectos a todos. Mis jefes me han dicho que soy irresponsable y que contesto mal a las personas, yo siempre creí que era amable, pero parece que no lo ven así.
Ahora estoy sin trabajo, peleo con mi pareja, me hago daño, siento muchas cosas y de manera muy intensa y ya no sé qué hacer.
Ayúdeme, doctor…”

Relaciones inestables, emociones cambiantes, sensación de vacío ante ausencias, consumo de sustancias, inestabilidad en diversos ámbitos como trabajo, pareja, amistades, familiares… son algunos indicadores de inestabilidad emocional.

Pero, ¿cómo se forma una persona con inestabilidad emocional?, ¿a qué se debe?, ¿qué conlleva?, son algunas de las muchas preguntas que surgen al hablar de este tema.

Lo esperado es que todo niño crezca en un ambiente seguro y estable. Esto quiere decir que todos tenemos la necesidad emocional de tener padres que estén presentes de manera previsible, que nos brinden atención, afecto y cuidados de modo que no se sienta su ausencia, ni pérdidas. Cuando esta necesidad no se ha visto cubierta, el niño crece con la idea de que las figuras de apego a veces están, y otras veces no. Que el amor a veces está, y otras veces no. Que la presencia es fluctuante, dejando lugar a la sensación de abandono y vacío desde edades muy tempranas. Dicho niño va creciendo, y observa que sus papás lo cambian de colegio a cada momento, se mudan constantemente de casa, y son cuidados por la abuela, tía, prima, nana, o vecina.

¿Cómo experimentará el mundo un niño que ha atravesado tantos cambios en su vida?, ¿qué sentirá?, y la pregunta más importante, ¿percibirá a este mundo como estable, o lo verá a través de su propia lente de inestabilidad y cambios constantes?
Desde luego, todos aquellos cambios generan en el pequeño la sensación de inestabilidad como parte de sí. Pues claro, la viene experimentando desde que era tan solo un bebé. La inestabilidad y los cambios son normales en su vida. El amor que a veces está y otras no, se convierte en normal. La fluctuación entre presencias, ausencias y pérdidas, pasa a ser parte de la configuración de su universo afectivo.

Ahora ese niño es joven, se enamora. Y –como por arte de magia- elige personas que son cambiantes como él, inestables, de emociones variopintas, de picos de alegría o enojo, de arranques de cólera o de estallidos de felicidad. Eligen personas que perpetúan la inestabilidad que viene experimentando desde que tiene uso de razón.
Y así, de adulto, todo se convierte simplemente en un patrón, en una cadena que difícilmente se corta.


Pero no, no todo está perdido. Tomar conciencia de todo ello, permite que la persona se reinvente, y repare. Generar vínculos más saludables es la mejor opción, aquella que le va a permitir probar un sorbo de agua limpia, después de tantos años de haber tomado galones de agua tóxica. Aquella que le va e entregar lo más preciado: la estabilidad, y la visión nueva de un mundo tranquilo, coherente y armonioso en sí mismo.

1 comentario:

  1. Muy buen punto de vista acerca de este tema, completamente acertado, hay muchas personas que ni saben porque son tan inestables pero con un poco de ayuda tal vez entiendan algo más de su situación, todo esto viene desde niños y lo que los padres nos enseñen a sentir y a vivir, felicitaciones por tan buen escrito.

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