miércoles, 4 de febrero de 2015

La magia detrás del vínculo más esencial

Algunas personas defienden la idea de que nacemos solos, y que solos debemos morir. Pero no es así. Cuando nacemos, llegamos al mundo con expectativa, con deseo, con familia, con una madre, con propósito, nacemos con vínculos. Ese vínculo puede ser bueno, a veces -lamentablemente- no, pero vínculo al fin.
Así que es mentira eso de que moriremos solos, porque a la tumba nos llevamos a cuestas toda una vida. Con la vida de uno se van sueños, se van experiencias, se van años de años, se van personas, se van amores, se van ilusiones, se van peleas, se van guerras ganadas y perdidas, se va nuestra completa historia; así que en este mundo estamos destinados a ser con otro, nunca solos.
 
 
El primer -y más importante- vínculo: el de la madre. Ese que se construye desde una mirada, con una caricia, con palabras de aliento, de apoyo; con lecciones, con reglas y normas, con correctivos también, ese que se construye con amor. A veces me asombra la fuerza y fortaleza que tiene ese vínculo en especial, porque hay veces en las que ni la mejor inyección, ni la máquina más avanzada, ni la operación más costosa cura tan bien como lo puede hacer un pañito húmedo en la frente puesto por mamá, o un "descansa, hija", o un beso en la frente de ella. Me despierta la curiosidad saber qué hay detrás de ese vínculo en particular, porque a través de mi propia historia, de la de mis amigos y la de mis pacientes, he llegado a la conclusión que es el más poderoso que existe; y al revisar un poco de bibliografía me doy con la sorpresa que ningún texto, ningún científico y ninguna escuela logra explicar la esencia del mismo.
 
Y es que es eso, no se puede explicar, no se puede teorizar algo tan humano, tan invisible, tan esencial; como es el amor de una madre. Intentar darle una explicación razonable, le restaría la magia que lo envuelve, pues nadie puede explicar qué propiedades tiene la mirada, las manos y las palabras de la mamá, pero todos podemos comprobar sus efectos.
 
Sí, "la ciencia lo explica todo", dicen; pero no, las cosas esenciales no están en ningún libro. Hay muchos que hablan sobre teorías de apego, sobre lazos familiares, sobre empatía y sobre la construcción de las interacciones, pero ninguno se atreve a cargar con la ardua labor de explorar lo que hay más allá de lo obvio, nadie se atreve a desenredar el misterio del amor de una madre, y es porque nadie lo podría explicar.
 
Muchas mujeres se quejan -nos quejamos- absolutamente todos los meses de algunos dolores que sabemos se avecinan, y que llegan con una serie de incomodidades y molestias. Otras mujeres se quejan de que llevar a un niño 9 meses en el vientre es difícil porque aparecen las náuseas y los antojos, y los mareos, y los cambios de humor; muchas otras, se quejan de que los hombres no sufren de nada. Y lo peor, es que tienen razón, ellos no 'sufren' dolores físicos, ni cambios mensuales, ni períodos de inestabilidad emocional y física.
 
Pero ¿saben?, TODOS esos dolores y pesares están cubiertos con una sola cosa: LA MAGIA DE SER MADRES, somos el único género con la capacidad de procrear, de albergar un ser en nuestro vientre y de dar vida. ¿Existe mayor regalo para alguien, que tener la capacidad de dar vida?...lo dudo mucho. Creo que la maternidad es una bendición y un milagro del que hay que estar agradecidas, y comprender esos cambios como el camino que va a llevar a experimentar el truco de magia más grande de todos: el de sentir día a día a un frejolito crecer dentro de una, saber que se está formando su cuerpecito, saber que hay alguien latiendo adentro, saber que todo lo que hagas le afectará, saber que pronto lo vas a poder ver, acariciar, amar; y saber que una vez que pase eso, podrás tener la oportunidad de dar absolutamente -ab solu tamente- lo mejor de ti, para él.
 
No soy madre aún, pero sí soy hija, y tengo la plena certeza de que Dios bendijo al género femenino con la capacidad de ser madre, y sobre todo, la de ser testigo y protagonistas de la magia del vínculo con una mamá.
 
Por lo tanto, mantengamos esa magia intacta, mantengamos ese amor tan primario, disfrutémoslo, vivámoslo, sintámoslo, entreguémoslo, y por qué no, amémoslo.
 
Veamos más allá de lo evidente. Al final, "Lo esencial es invisible a los ojos".

1 comentario:

  1. Bastante cierto lo que intentan transmitir estas palabras, el amor de madre es un amor bastante misterioso, bastante único, si todos los seres humanos fuesemos capaces de comprender en su inmensidad lo que conlleva este amor tan fuerte, sería otro el mundo, ya que entenderiamos al cien por ciento como es que nuestras madres han dado todo de si, para que nosotros podamos estar donde estamos y de ese modo valoraríamos más el hecho de estar vivos y sobre todo de tener a ese soporte inmenso que nunca estará cansado de seguir apoyándonos. Ninguna madre es perfecta para el mundo (lo mismo se puede decir de un padre) , pero debería siempre de serlo para los ojos de sus hijos.

    ResponderEliminar